viernes, 16 de marzo de 2012

       
LA COMUNICACIÓN HIPERTEXTUAL LITERARIA

El hipertexto responde una necesidad socio-cultural. El potencial actual de lectura desborda los límites del texto impreso. La explosión de publicaciones impresas anula el ideal de la modernidad de poder abarcar todo.

Aquí hemos buscado relacionar y reflexionar sobre tres conceptos fundamentales: el de educación, el de hipertextos y el de las fuerzas socioculturales de nuestro quehacer colectivo que genera y transforma a ambos. Siguiendo a Freire hemos partido de un concepto preciso de educación, que propone que “enseñar ya no puede ser esfuerzo de transmisión del llamado saber acumulado que se hace de una generación a otra, y el aprender no puede ser la pura recepción del objeto o contenido trasferido. Es decir la educación no es la transmisión del saber, ni de la cultura, no es el hecho de depositar información o hechos en los educandos. Educar es “un encuentro donde se busca conocimiento” la tarea del educador es guiar y orientar al educando  para propiciar la construcción del conocimiento.

La globalización de nuestros procesos sociales, políticos, económicos, y la movilidad que caracteriza a nuestra sociedad, requieren asimismo que se disponga del texto sin limitaciones de espacio o tiempo. Cambian igualmente las razones que motivan la lectura, a la vez que surge un lector activo que demanda que el texto se escriba en función del lector.

 La innovación que aporta el hipertexto en  términos simples una ruptura con la presentación lineal y atemporal del tradicional plan de estudios. El material a estudiar es el mismo, lo que permite el hipertexto es que no se prescriba un camino a seguir, ya que la información en el hipertexto se presenta a través de muchas lexías, unidades entre sí por múltiples enlaces que construyen en efecto una red y motiva que el educando a lo largo de su camino, de su propio proceso reflexivo, de su propio quehacer se apropie de aquellos temas previstos en el en el plan de estudios. Al romper la rigidez que impone el formato del libro, se potencia la independencia, a responsabilizarse del texto a leer, a ser parte activa de ese proceso. La lectura seria. La búsqueda de la comprensión demanda constantemente el uso de herramientas no siempre a la mano de los educandos como en el caso del libro que requiere el uso de diccionarios, enciclopedias, manuales, etc. El hipertexto facilita incorporar todos estos elementos que siempre pueden estar a un clic de distancia, pero no interrumpen innecesariamente la lectura cuando no se precisan.
El hipertexto establece así una comunión más íntima con el lector, pues la necesidad de participar activamente produce la percepción -en cierto modo realidad- de que se está construyendo el texto, al optar seguir una secuencia en lugar de otra posible. El hipertexto exige, además, otro nivel de participación que se mantenía atrofiado en el texto impreso. Me refiero a la necesidad de tener que juzgar en cada instante los méritos de un hipertexto determinado. Según se multiplican los autores (diariamente millones de nuevos textos en Internet), empezamos a adquirir un sentido de responsabilidad ante el hipertexto. No basta con que esté publicado para que la información merezca ser aceptada. Es decir, el hipertexto surge como necesidad socio-cultural de una nueva lectura y, a su vez, está forjando un nuevo tipo de lector.
El hipertexto facilita una lectura individual del texto, pues, como señala con acierto Freire, “la comprensión del texto no está depositada, estática, inmovilizada en sus páginas a espera que el lector la desoculte” el lector crea significado en dialogo con el autor y su vivencia sociocultural. El hipertexto, mediante los enlaces, abre el texto, motiva a verlo como algo dinámico que no posee sentido en sí mismo, sino que adquiere sentido al ser leído; los enlaces pueden llevar alexias que desarrollan conceptos encontrados  y que fuerzan al lector a tomar posición, es decir a ser sujeto de su lectura, a convertirla en su propio quehacer.


El hipertexto establece así una comunión más íntima con el lector, pues la necesidad de participar activamente produce la percepción -en cierto modo realidad- de que se está construyendo el texto, al optar seguir una secuencia en lugar de otra posible. El hipertexto exige, además, otro nivel de participación que se mantenía atrofiado en el texto impreso. Me refiero a la necesidad de tener que juzgar en cada instante los méritos de un hipertexto determinado. Según se multiplican los autores (diariamente millones de nuevos textos en Internet), empezamos a adquirir un sentido de responsabilidad ante el hipertexto. No basta con que esté publicado para que la información merezca ser aceptada. Es decir, el hipertexto surge como necesidad socio-cultural de una nueva lectura y, a su vez, está forjando un nuevo tipo de lector.
El hipertexto, recalquémoslo de nuevo, es únicamente un nuevo medio de comunicación más acorde con nuestras necesidades actuales. Los géneros tradicionales no tienen por qué dejar de existir, aunque sin duda experimentarán transformaciones.

 Con todo, las implicaciones inmediatas más radicales del hipertexto son aquéllas que afectan al lector y a su necesaria participación activa en el proceso de lectura. Cada vez más será el lector quien tenga que decidir qué tipo de lectura va a efectuar. El hipertexto trae, pues, nuevos modos de comunicación imposibles de capturar en el texto impreso estas diferencias, en algunos casos radicales, con relación al texto impreso y que a la vez crean y responden a unas nuevas necesidades de lectura, comienzan ya a exigir también un nuevo tipo de escritura. Necesitamos liberarnos de la mentalidad libro-impreso, o sea, tomar conciencia de hasta qué punto nuestros modos de escribir y también de pensar se deben a las exigencias del texto impreso. La situación crítica radica en la capacitación real que reciben los docentes para afrontar el reto del uso eficiente de la tecnología en sus clases, la creencia que es una amenaza contra el valor del docente y de que vuelve mediocre y facilita al estudiante. Una forma eficaz de afrontar todos los obstáculos que se viven a diario en las instituciones y que muchas veces hacen parte de la percepción particular de quienes ejercen como educadores. El desafío es capacitar y generar conciencia en el reconocimiento de estrategias concretas y usos específicos que permitan explorar poco a poco las posibilidades del ciberespacio. Por ejemplo  el hipertexto posibilita el dialogo entre saberes, ya que en el empleo de los enlaces y los hipervínculos, facilitan la navegación en otros documentos, paginas y en general propician el acceso a información ilimitada.

Desde otra perspectiva el empleo del hipertexto como estrategia de aprendizaje lograría además que los estudiantes se apropien del saber de un modo creativo en el que es posible construir, proponer, interrogar, emplear diversas fuentes: jugar con la imagen, el sonido, el color, irrumpiendo en la monotonía en la que se ha sumergido la escuela, donde predomina el texto, el tablero, la tiza, el silencio y una única forma de escribir, de leer y de aprender, que es en síntesis la que propone el libro, la que ordena el maestro y la que se dicta en el cuaderno.

Definitivamente, no se hace imperioso el uso de las nuevas tecnologías y de las nuevas estrategias que ella ofrece, como el hipertexto, porque estas están de modas y la sociedad de consumo lo demanda; se hace necesario su uso porque estos avances están íntimamente ligados a las estructuras profundas del pensamiento humano, que logran homologar la forma en cómo funciona el cerebro humano y por ende brinda mayores oportunidades de aprendizaje, de desarrollo de competencias y de exploración del potencial cognitivo del hombre.

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